
Oh Divina Pastora de almas,
Madre de los bienaventurados
Tú que siempre te has preocupado por nosotros,
Tú que eres nuestra salvación,
que nos has cobijado y cuidado con maternal protección,
que nos has dado fuerza y valor en los malos momentos,
en las tristezas, pesares y desalientos,
no dejes de darnos tu ayuda y llénanos de paz y tranquilidad.
Madre amorosa que con cariño y comprensión
nos das esperanza en nuestra aflicción,
sigue estando con nosotros,
concédenos siempre tu ayuda, amparo y atención.
María madre amorosa y mediadora nuestra
Virgen pura, tú que lo puedes todo:
intercede por nosotros ante Jesucristo tu Hijo,
el Buen Pastor,
para que no conceda los favores que ahora
pedimos con fe y humildad de corazón:
(solicitar lo que se desea conseguir).
María, Divina Pastora,
que tus manos de Madre guíen y orienten nuestros pasos
en el difícil camino de la vida,
condúcenos con tu inmensa ternura y misericordia,
haznos fieles al seguimiento de tu Hijo,
fieles discípulos como tú, Madre amada,
que siempre has guiado a las almas a su encuentro.
Danos fortaleza en nuestros cansancios y miserias,
y auxilio en nuestros problemas y necesidades,
libéranos del mal y del enemigo que podamos encontrarnos,
y haz que aborrezcamos la envidia y el odio.
Divina Pastora, Virgen santa,
que con tu ayuda podamos vivir
con fe, esperanza y amor,
que arda en nuestros corazones la virtud de la caridad con nuestros hermanos los hombres.
Amén.