Oración del Maestro

Oración del Maestro

Oh Dios, tú que siempre has llevado la vida a su perfección plena mediante el paciente crecimiento, dame paciencia para guiar a mis alumnos a lo mejor en la vida.

​EnsƩƱame a usar los móviles del amor y el interĆ©s; y sĆ”lvame de la debilidad de la coerción.

​AyĆŗdame a vitalizar la vida y a no limitarme a ser un mercader de hechos.

​Que yo sea tan humilde y que me mantenga tan joven que pueda continuar creciendo y aprendiendo mientras enseƱo.

​Que pueda aprender las leyes de la vida humana tan bien que, redimido de la insensatez de la recompensa y el castigo, pueda ayudar a cada uno de mis alumnos a encontrar una devoción suprema que los impulse a darse por entero, y que esa devoción concuerde con tus propósitos para el mundo.

​​ConcĆ©deme la gracia de luchar, no tanto para ser llamado maestro sino para serlo; no tanto para hablar de ti sino para revelarte; no tanto para referirme al amor y al servicio humano, sino a poseer el espĆ­ritu del amor y el servicio; no tanto para referirme a los ideales de JesĆŗs sino para revelarlos en cada acto de mi enseƱanza.

​LĆ­brame de sumergir mis labores en la mediocridad ayudĆ”ndome a tener siempre presente el pensamiento que, de todas las actividades humanas, la ENSEƑANZA es en gran medida, la tarea que tĆŗ has estado haciendo a travĆ©s de todas generaciones.

AmƩn.

Oración del Maestro

Dame divino Maestro, un amor sincero por mis alumnos y un profundo respeto por los dones particulares de cada uno.
AyĆŗdame a ser un profesor fiel y dedicado, con mis ojos puestos en el bien de aquellos a quienes sirvo.
Que imparta el conocimiento humildemente, que escuche con atención, que colabore de buena gana, y busque el bien último de aquellos a los que enseño.
Que estƩ presto a comprender, lento a condenar, Ɣvido de animar y de perdonar.

Mientras enseƱo ideas y entreno en competencias, que mi vida y mi integridad abran sus mentes y sus corazones a la verdad.
Que mi cÔlido interés por cada uno les enseñe el sabor de la vida y la pasión por aprender.
Dame la fuerza para admitir mis limitaciones, el coraje para empezar cada dƭa con esperanza, y la paciencia y el humor que necesito para seguir enseƱando.

Acepto a cada alumno venido de tus manos. Creo que cada uno de ellos es una persona de valor exclusivo, aunque ellos mismo no se vean asĆ­.

Sé que tengo la oportunidad de dar a muchos jóvenes luz y esperanza, un sentido de misión y entrega. Sé que Tú confías en mí y que estÔs conmigo.

Te pido tu bendición al comienzo de un nuevo día. Te pido que me bendigas a mí y a mis alumnos, sus sueños y esperanzas.

Que aprendamos de la sabidurĆ­a del pasado. Que aprendamos de la vida, y los unos de los otros. Que yo aprenda de tu guĆ­a, por encima de todo, y de las vidas de aquellos que te conocen bien.

Este es el verdadero aprendizaje: conocer cómo debemos vivir nuestra vida, conocer cómo somos nosotros mismos, y escuchar tu voz en cada palabra que aprendamos.

A %d blogueros les gusta esto: