
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.(Salmo 1)
Padre amado, hoy siento que mi mundo está rodeado de oscuridad, de tristeza y de una amarga soledad. Siento que cada día los problemas son más grandes y que la carga sobre mis hombros es demasiado pesada. Mi espíritu está quebrantado por el dolor y por la miseria. Hoy me siento perturbado Señor.
Pero hoy levanto mi voz Señor, para implorarte, porque a pesar de mis preocupaciones tengo fe en tu misericordia, en tu amor, en tu poder, en tu perdón y en tu piedad. Invoco tu nombre Padre amado porque sé que sólo tú puedes ayudarme y porque sé que nunca me desampararás.
Amado Dios, hoy quiero implorar tu amor y tu piedad. Escucha el clamor de mis súplicas.
Amén.