
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverÔ;
él gobierna a los pueblos rectamente.»(Salmo 95)
Señor, tú que eres mi Padre, el dueño de mi vida, de mi alma y de mà ser, te pido que no permitas que nunca me aparte de ti y de tus mandatos. Permite que siempre sea una oveja de tu rebaño y que jamÔs me aleje de él.
Mi buen pastor, tu que cuidas de cada una de tus ovejas, te imploro que sigas protegiendo a tu rebaƱo de los enemigos del alma que quieren perdernos, no permitas que caigamos en la tentación y lĆbranos de todo mal.
AmƩn.