Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.(Salmo 24)
Querido Padre celestial, cuyo poder está sobre toda la tierra, te doygracias por todo el amor que me muestras. Gracias también por todo lo que me parece difícil, pero tú lo cambias en ayuda y fortaleza. Quiero agradecerte en vida o en muerte, alegres o tristes, por ser tú el gran y todopoderoso Dios, quien me llama y conduce una y otra vez a una vida más plena.
Padre, Tú me has mostrado gran amor al enviar a Cristo Jesús, nuestro Salvador. Él siempre estará con nosotros y permanecerá en nuestros corazones. Por medio de él podemos clamar de alegría. En estos días en los que celebramos la natividad de tu hijo Jesús, enséñanos el recogimiento y la paz.
Señor, Hoy será un día bendecido porque tu será quien me acompañe en cada paso que dé. No permitas que camine por sendas oscuras y ayúdame a seguir tus pasos, ahora y para siempre.
Amén.