
Los ojos del SeƱor estƔn puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. (Salmo 32)
SeƱor Dios, Rey omnipotente, en vuestras manos estƔn puestas todas las culpas; si querƩis salvar a vuestro pueblo, nadie puede resistir a vuestra voluntad. Vos hicisteis el cielo y la tierra y todo en cuanto en ellos se contiene; Vos sois el dueƱo de todas las cosas.
ĀæQuiĆ©n podrĆ” pues, resistir vuestra voluntad?⦠por tanto, SeƱor, Dios de Abraham, tener piedad de vuestro pueblo, porque nuestros enemigos quieren perdernos y exterminar vuestra herencia. AsĆ, SeƱor, no despreciĆ©is esta parte que redimisteis con el precio de vuestra sangre. OĆd, SeƱor, nuestras oraciones; sed favorable a vuestra suerte; levantad el azote de vuestro justo enojo, y haced que nuestro llanto se convierta en alegrĆa para que, viviendo, alabemos vuestro Santo Nombre y continuemos alabĆ”ndote eternamente.
AmƩn.